Hay algo mágico en ver cómo se iluminan los ojos de un niño ante un simple momento de alegría, ya sea una canción tonta a la hora de la limpieza, una fiesta de baile improvisada o una merienda de mentira servida en el suelo de la cocina. El capricho no es sólo diversión (aunque hay mucho de eso): es una forma poderosa de crear vínculos, fomentar la cooperación y convertir los momentos cotidianos en recuerdos duraderos. Y en el mundo de los caprichos, un poco da para mucho.
1) Por qué funciona el capricho: Los beneficios de los cuidados lúdicos
Ser padres y niñeros caprichosos no consiste en hacer el tonto por hacer el tonto (¡aunque eso no tiene nada de malo!). Se trata de ver el mundo a través de los ojos de los niños y conocerlos allí donde están. Cuando los cuidadores añaden el sentido de la maravilla y la diversión a las rutinas diarias, no sólo hacen la vida más agradable, sino que también contribuyen a un importante desarrollo y crecimiento emocional.
Y la ciencia está de acuerdo. Cuando adoptas una crianza lúdica, estás ayudando a los niños a tu cargo a desarrollar habilidades como la resolución de problemas, la autorregulación y su capacidad para conectar con los demás y consigo mismos, por nombrar algunas.
Esto es lo que ocurre cuando el capricho forma parte del día:
- Conexión más fuerte: La risa compartida y los momentos de juego generan confianza y cercanía.
- Resiliencia emocional: El juego ayuda a los niños a procesar los grandes sentimientos, gestionar el estrés y recuperarse de las dificultades.
- Creatividad e imaginación: Los cuidadores caprichosos modelan la curiosidad y el pensamiento creativo, lo que estimula la creatividad de los niños.
- Motivación y cooperación: La diversión hace que incluso las tareas aburridas parezcan parte de un juego, lo que reduce la resistencia y las luchas de poder.
Y seamos sinceros: un poco de fantasía alegra el día a niños y adultos de todas las edades.
2) Formas sencillas de incorporar el capricho a la vida cotidiana
Para dar un toque de fantasía no hacen falta elaboradas manualidades ni planes dignos de Pinterest. A menudo, las ideas más sencillas son las más mágicas.
a) Convierta las rutinas en juegos
- Carrera para ver quién se pone antes los zapatos.
- Imagina que el cepillo de dientes es un superhéroe que defiende la "ciudad de las caries".
- Haz de la limpieza una búsqueda del tesoro o una fiesta de baile.
b) Adoptar voces y canciones tontas
- Narra la mañana como un pirata, una princesa o tu animal favorito.
- Cantar instrucciones con melodías conocidas ("Así empaquetamos el almuerzo…" con "Twinkle Twinkle Little Star", etc.).
- Cree jingles personalizados para las tareas diarias.
c) Despertar la imaginación al aire libre
- Convierte un paseo en un safari, una misión espacial o una aventura de hadas.
- Recoge hojas, piedras o palos "mágicos" para inspirar la narración de cuentos o para hacer tartas, pociones, etc.
- Juega al "veo, veo" mientras haces recados o das un paseo.
- Alterna las frases (el niño crea una frase, tú creas una frase, etc.) para escribir una historia improvisada sobre la naturaleza que veis al pasar, como el gran árbol que hay al final de la manzana.
d) Celebrar lo ordinario
- Da importancia a los pequeños hitos ("¡Hurra! ¡Te has subido la cremallera de la chaqueta como un profesional!").
- Inventa rituales divertidos, como un apretón de manos secreto antes de ir al colegio o un concurso de caras tontas antes de acostarte.
La clave está en seguir el ejemplo del niño, aprovechar sus intereses y estar dispuesto a parecer un poco tonto por el camino.
3) Cómo la diversión fomenta la cooperación (y reduce las luchas de poder)
¿Una de las razones más prácticas para incorporar el capricho? Facilita las transiciones y las tareas cotidianas.
Los niños, sobre todo los pequeños y los preescolares, suelen resistirse a las tareas que les parecen aburridas o que les imponen. Cuando una niñera transforma estos momentos en invitaciones lúdicas, es mucho más probable que los niños participen.
Por ejemplo:
- En lugar de "Hora de ponerse los zapatos", prueba:
"¡A ver si tus zapatos pueden saltar a tus pies antes de que cuente hasta cinco!". - En lugar de "Por favor, limpia estos bloques", prueba:
"¿Puedes ayudarme a encontrar todos los bloques azules antes de que los coja el monstruo de la limpieza?". - En lugar de "Tenemos que salir del parque", prueba:
"¡Vamos a volar como superhéroes hasta el coche!".
El capricho desplaza la energía de la lucha por el poder a la colaboración, y todo el mundo se siente mejor como resultado.
4) Consejos para equilibrar diversión y estructura
Es importante recordar que la fantasía y la estructura pueden ir de la mano. De hecho, cuando los momentos lúdicos están anclados en expectativas y límites claros, son aún más eficaces.
He aquí cómo lograr ese equilibrio:
- Establezca primero límites claros: Deja que los niños sepan lo que tiene que pasar ("Nos vamos en cinco minutos"), y luego introduce el elemento lúdico.
- Sé coherente con las rutinas: Utiliza caprichos para facilitar las transiciones, pero cíñete al plan para garantizar que se mantenga la sensación de seguridad y fiabilidad.
- Saber cuándo cambiar de marcha: A veces se necesita una dirección firme y calmada. Si el juego no funciona, no pasa nada por cambiar a un enfoque más directo.
Y recuerde que no tiene por qué ser caprichoso todo el tiempo. Esparcir estos momentos a lo largo del día crea una sensación de alegría sin que resulte agotador ni forzado.
El capricho es una herramienta poderosa en la caja de herramientas de una niñera. Al tejer la imaginación, la diversión y el juego en los momentos cotidianos, las niñeras pueden crear vínculos más fuertes, fomentar la cooperación y ayudar a los niños a ver la alegría en las pequeñas rutinas de la vida. Y admitámoslo: ¿a quién no le vendría bien un poco más de magia en su día a día?
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